“Queridos hijos, aquí me tienen.
Estoy aquí entre
ustedes,
los miro, les sonrío y los amo
como solo una Madre puede
hacerlo.
A través del Espíritu Santo,
que viene por medio de mi pureza,
veo sus corazones y los ofrezco a mi Hijo.
Desde hace tiempo, les pido
que sean mis apóstoles
y que oren por quienes no han conocido el amor de
Dios.
Pido la oración hecha con amor,
que realiza obras y sacrificios.
No pierdan el tiempo en pensar si son dignos de ser mis apóstoles.
El
Padre Celestial juzgará a todos,
pero ustedes ámenlo y escúchenlo.
Sé
que todo esto los confunde,
como también mi permanencia entre ustedes,
pero acéptenla con gozo y oren para comprender
que son dignos de
trabajar para el Cielo.
Mi amor está en ustedes.
Oren para que mi amor
venza en todos los corazones,
porque este es un amor que perdona,
da y
nunca termina.
Les doy las gracias.”
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